LXXXV
- Odio y amo: ¿Porqué lo hago, acaso preguntas?
- No lo sé, pero siento que sucede y me atormenta.
- Odi et amo: quare id faciam, fortasse requiris.
- nescio, sed fieri sentio et excrucior.
- Cayo Valerio Catulo
- Gaius Valerius Catullus
- Verona (84.54 a.C.)
***

Estos romanos... ¡qué sabios! Muy buen poema, Carla.
ResponderEliminarUn abrazo
Con unas pinceladas transmites la belleza.
ResponderEliminar¡Qué bonito! Tenía que ser Catulo el que expresara tanta belleza y dolor. La pintura de Terreson nos transmite un viaje a otro mundo, estoy de acuerdo con Felipe Sérvulo, con unas pinceladas nos trnsmites tanto...
ResponderEliminarBesazos.
Bailarina atormentada la que hoy muestra esta pintura, que mueve su cuerpo entre los tonos azules que la sujetan.
ResponderEliminarEl odio y el amor también danzan parejos y separados a veces por una delgada línea de contención.
Muchos besos, Carla.
El amor y el odio. Tan cercanos desde que el mundo es mundo.
ResponderEliminarMaravilla de pintura la que nos muestras, ese bello y frágil cuerpo suspendido. La textura me encanta.
Un abrazo.
luz y oscuridad...quizás sea mejor no preguntar e ignorar el odio, y solo amar.....amar.....
ResponderEliminarMagnifico tu blog.
Besos y amor
QUERIDA AMIGA, precioso tu espacio y unas pinturas magnificas,Felicidades
ResponderEliminarUn abrazo Isthar
por que siempre necesitamos más de lo que somos o tenemos
ResponderEliminarun abrazo
Querida amiga, preciosa pintura, eterea, magica, delicada.Una belleza, Felicidades
ResponderEliminarBesos Isthar
Bellísimo el verso de Catulo y hermosa la pintura. Felicidades. Un abrazo desde el sur de España
ResponderEliminarPrecioso poema de Catulo, que no, por conocido, deja de ser interesante. Tenemos aquí a nuestro Catulo, conmovido por la conjunción del Amor y el Odio a su amada Lesbia, dependiendo del estado en que estuviesen sus relaciones. Es que entre Lesbia y Catulo hubo de todo. Bajo su inspiración Catulo dijo las más hermosas palabras de Amor y también, cuando la relación se truncaba, contra Lesbia dejó ir su dardo venenoso.
ResponderEliminarMe encanta este poema, querida Carla.
Un beso,
Antonio