Martin PateInanna
Como la flor madura del magnolio
era alta y feliz. En el principio
sólo Ella existía. Húmeda y dulce, blanca,
se amaba en la sombría
saliva de las algas,
en los senos vallados de las trufas,
en los pubis suaves de los mirlos.
Dormía en las avenas
sobre lechos de estambres
y sus labios de abeja
entreabrían las vulvas
doradas de los lotos.
Acariciaba toda
la luz de las adelfas
y en los saurios azules
se bebía la savia
gloriosa de la luna.
Se abarcaba en los muslos
fragantes de los cedros
y pulsaba sus poros con el polen
indemne de las larvas.
¡Gloria y loor a Ella,
a su útero vivo de pistilos,
a su orquídea feraz y a su cintura!
Reverbere su gozo
en uvas y en estrellas,
en palomas y espigas,
porque es hermosa y grande,
oh la magnolia blanca. Sola!
...
me encanta la pintura que has elegido, como siempre tu blog es una delicia
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Magnífica imagen y bello canto a la autosuficiencia. Un abrazo.
ResponderEliminarUn poema muy bello acaricia la mañana por tu espacio, que gusto pasar y robarme de tu blog. el suspiro necesario por vivir..
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos fraternos...
Que tengas un buen fin de semana..
Hermoso y soberbio poema, tanto como la pintura que acompaña.
ResponderEliminarBso grande y buen fin de semana para vos.;-)
Hola Carla ,sensibles y florales palabras llenas de la magia del arte.Un placer visitarte.
ResponderEliminarUn besazo querida amiga.
Paso y dejo mi abrazo...
ResponderEliminarMentesSueltas