Pon tu mano en mi mano. O deja que acaricie tu cabello, tus mejillas, tu frente, mientras hundo mis ojos en tus ojos, en la insondable luz de tu mirada. Deja que, así, te exprese, cuando huyen las palabras -ay, expresión del tacto, única voz precisa-, deja que, así, te exprese mi ternura. . Vicente Gaos
como lápida de mármol que emergiera de repente en el espeso bosque. Sale de su cueva y se filtra por las aguas contaminadas. Ella resiste la batalla del hombre aniquilador. La mujer no se lamenta, asciende y con paso firme busca su transparencia. Estratos donde precipitarse, algo de belleza en algún lugar. Unas partículas que colmen el milagro de la vida. Y sabiéndose dueña de su vértice, aterriza con mano suave, tantea su pétalo carnoso y suspira aliviada.
“El alma del filósofo habita en su cabeza; el alma del poeta, en su corazón; el alma del cantante reside en su garganta. Pero el alma de la bailarina, tiene su morada en todo su cuerpo” Gibran Khalil Gibran