El amor me hiere ahí bajo el brazo,
en el hueco que separa las costillas.
Llega a mi corazón por esta vía inclinada.
Yo pongo al amor en el mortero con ceniza
y grano morado y golpeo. Lo macero,
lo hago cataplasma
y lo pongo sobre la herida.- Adélia Luzia Prado Freitas (Brasil, 1935).
- (Traducción: Diana Bellesi)
5 comentarios:
Una cataplasma al modo del bálsamo de Fierabrás, no puede fallar.
La metáfora que constituye amor que hiera penetrando el cuerpo, que será a su vez medicamento, me recuerda a Guido Cavalcanti en su teoría del amor como espíritu sutil que penetra por los ojos y que hiere.
Hermoso. La luz de Carrie Graber hace macerar limón con miel y aguardiante de orujo: hidromiel, la bebida de los dioses.
Besazos.
Hermoso poema.
En la pócima no deberían faltar unas gotas de agua de deseo, una pizca de complacencia, un poquito de aceite esencial de anhelo, un pellizquito de sales de esperanza, un miga de pan de amoríos, aceite extraído del papo de las lechuzas que volaron sobre el Arno, un poquito de miel de azucena desesperada, unas gotas de desvarío y razón emancipada, fantasía y un cúmulo de mágico arte.
Salud
Francesc Cornadó
Ayer no me dio tiempo a venir a verte.Hoy llego ansiado por el arte de la palabra y la pintura
Maravilloso,Carla
Con ese mismo amor que hiere se hace una cataplasma para que cure la herida... y quizá sea como echar sal sobre el corazón abierto. Porque mientras la herida duele es cierto que el amor estuvo allí.
Un fuerte abrazo, querida Carla
Precioso. Versos para la imaginación e imagenes para el recreo. Excelente.
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