viernes

Ni soberbia ni pálida...

Tu Zhiwei






  • Ni soberbia ni pálida,
  • la bailarina fue largamente lamida por el tiempo,
  • hasta hacer de sus ojos un fruncido cráter bajo las cejas,
  • hasta convertir sus piernas en las combas y crueles patas de la u.
  • Sólo altiva en medio de las voces que convocan,
  • a la fiesta, al sudor o al morirse
  • —su propio quedar deshecha— en medio de la plaza.
  • Aplaudimos sus bríos, los trucos que antaño le enseño la suerte.
  • Regresa de todo ya, y más que el cuerpo, vemos el momentáneo trazo,
  • el castañetear en el aire, el esqueleto que vence con gravedad la onda.
  • Pero al final, cuando los brazos dibujan unas astas rojizas entre lo oscuro,
  • dejamos la danza, nos quedamos con el signo.
  • Tiene una luminosa ausencia.

  • Roberto Méndez : Camagüey, Cuba- 1958


***

2 comentarios:

PACO HIDALGO dijo...

Como siempre, delicado poema y magníficamente bien ilustrado (que luz tiene esa pintura). Un gusto saludarte.

helena dijo...

La luz y la sutileza de la pintura hacen a esa bailarina etérea y transparente. El poema de Roberto Méndez rezuma también esa levedad y aún con el paso del tiempo tiene la bailarina "una luminosa ausencia". Precioso.
Abrazos.

EL ALMA DE LA BAILARINA

EL ALMA DE LA BAILARINA
“El alma del filósofo habita en su cabeza; el alma del poeta, en su corazón; el alma del cantante reside en su garganta. Pero el alma de la bailarina, tiene su morada en todo su cuerpo” Gibran Khalil Gibran

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Beatrice Appleyard, dancer, England, 1934

Beatrice Appleyard, dancer, England, 1934

El trabajo del cuerpo, eleva el espíritu y sosiega la materia.